Álvaro

HISTORIA DE ÁLVARO

Hola, somos una familia numerosa de Puertollano (C.Real), formada por Álvaro (11), Marta (9) y Lucía (2), Carlos y Maribel.

Junio del 2022, ahí empezó todo, en ese momento todos estábamos súper felices por la futura llegada de Lucía, estaba embarazada de 7 meses, era un bebé muy muy deseado por sus hermanos. Álvaro se notó un bulto en el cuello, no se notaba a simple vista, Después llegaron más y más pruebas, bulto que presionaba la aorta y , según él, no sería nada malo. Una operación complicada, le rajaron medio cuello y costó extirpar esas “adenopatías tan raras y adheridas”, “¿podéis venir mañana a la consulta?”, en ese momento empezó el miedo, mucho miedo. “Es un linfoma, necesita quimioterapia. No era capaz de mirar a mi marido, Álvaro estaba tranquilo, pero sin saber qué preguntar, fue una situación durísima, teníamos que coger el coche para volver a Puertollano. Ahí pude mirar a mi marido, estaba en shock, no éramos capaces de hablar, jamás olvidaré la cara de mi padre cuando vio la mía , mi padre una persona súper positiva que jamás imaginó ese desenlace, ahí si me rompí, era una pesadilla y había que explicárselo a Álvaro, y al resto de la familia. Sentamos a Álvaro en el sofá, su padre a un lado y yo al otro con Lucía tomando pecho, le explicamos con mucha tranquilidad lo que ocurría. Él lo aceptó con una madurez increíble, esa fue la primera de muchísimas más lecciones de vida.

Habría viajado el cáncer a más sitios? Era nuestra mayor preocupación. ¿Cómo no pudieron detectarlo en un año, después de tantas pruebas? Y sobre todo….por qué a mi hijo? Y por qué no a mi? Por qué no me puedo cambiar por él?

Álvaro adoraba su pelo, especialmente su flequillo, empezamos cortando el flequillo, algo que no le gustó, y días después un rapado suave que ya le gustó más, pero llegó el día! Álvaro vino corriendo “mamá se me cae el pelo”, se caía a mechones a pesar de lo cortito que estaba. Avisé a Marta, cogí a Lucía en brazos, y nos encerramos los 5 juntos en el baño, y empecé a hacerle formas en el pelo a Álvaro, él reía, Marta también, todos reíamos. Recoger ese pelito fue muy duro, pero haberles visto reír curó en parte mi corazón. Convertimos la habitación 302 en nuestra segunda casa, esa habitación guarda mucho dolor, incertidumbre, náuseas, y muchísima rabia. Pero también complicidad, conversaciones preciosas e interminables, y  risas. Vimos atardeceres de color rosa, maratones de pelis y también mucho cariño y afecto de médicos, enfermeras/os, auxiliares y limpiadoras. Cada noche, desde el comienzo, chocábamos puños y decíamos Un día más, un día menos, era nuestro lema.

Ha sido una experiencia muy dura, pero Álvaro nos ha dado una lección de vida. Jamás perdió su bonita sonrisa y jamás se quejó por nada. Él aún no es consciente de lo increíble que es, y que gracias a esa actitud a nosotros nos hizo el camino muchísimo más fácil. 

100% SOLIDARIO